Por: Magda Coss Noguera
10 Abr 2016
| Los niños son un público sumamente exigente, no se debe menospreciar su capacidad de asombro, su inteligencia. |
ENTRAR EN SU CASA es como traspasar un portal a distintas épocas: lo mismo hay una mecedora antigua y un teléfono del siglo pasado, que un cuadro del actor con indumentaria shakespeariana y un refrigerador de la década de 1960 que se mezcla en una cocina colonial típica mexicana. Fotografías de sus ahijados con vestidos psicodélicos o rodeado por ellos caracterizando al Padrino delatan que a Mario Iván Martínez le gusta jugar. Productor, cuentacuentos e intérprete de música antigua, es más conocido por su faceta como actor para la que se preparó en la Academia de Música y Arte Dramático de Londres, especializándose en la obra de William Shakespeare.
—¿Cuál es el último proyecto en el que estás participando?
—Son varios. El más reciente de teatro es la comedia musical La jaula de las locas, de Jean Poiret. Abordo cuatro personajes: por un lado está Albin, que es este hombre gay que vive felizmente con su pareja, que todas las noches se convierte en Zazá, la anfitriona del club nocturno: sofisticada y glamorosa. Además, él es el tío Marcelo cuando lo obligan a disfrazarse de heterosexual y de la mamá del hijo de su pareja para conocer a los futuros suegros conservadores.
—En lo musical, ¿qué es lo último?
Mi nuevo álbum Que dejen toditos los sueños abiertos. Son los volúmenes 21 y 22 de mi colección de audiolibros, un segundo homenaje a Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri.Además de temas conocidos, hay material que ha quedado en la sombra que vale la pena difundir.
—¿Cuál fue la última vez que el público infantil te sorprendió?
—Los niños son un público sumamente exigente, no se debe menospreciar su capacidad de asombro, su inteligencia. Cuando tienes el 80 por ciento de atención del público infantil, ya estás del otro lado. Tienes garantía de sinceridad. Ha habido recompensas importantes, una ocasión presentamos una leyenda náhuatl, La flor sin raíz, y un niño se subió al escenario con una bolsa de papel y la puso en mi pecho y me dijo: “Mira, cuentacuentos, te traigo pan que hacen en mi pueblo para agradecerte que viniste a contarnos”, y la bolsa estaba caliente por el pan recién hecho.
—¿El último papel que representó un gran reto?
—El diario de un loco, de Nikolai Gogol, porque hay que trazar la evolución hacia la esquizofrenia. Para ello me entrevisté con varios pacientes esquizoides, para no hacer el cliché del demente, sino verdaderamente entender su patología. Tomé de varios pacientes sus manierismos, su psicología, sus problemas individuales, todos contribuyeron a crear a Aksenti Ivanovich. Fue un trabajo de un año.
—¿La última vez que te sentiste como un hombre de otros tiempos?
—¡Siempre! Todo el tiempo. Supongo que es por mi apego a la estética de otros tiempos; me encanta la pintura, la música renacentista, barroca, es una constante y, además, soy un apasionado de la historia y la evolución de la indumentaria en relación con los acontecimientos sociales.
—¿El último proyecto que te apasionó?
—Me emociona mucho que estoy involucrado en un proyecto para orquesta sinfónica y narrador, que se titula Enrique V Shakespeare Scenario: la música que escribiera sir William Walton para las películas sobre la obra de El bardo inglés protagonizadas por sir Lawrence Olivier y que después Christopher Palmer seleccionó para tocarla en formato de concierto. Los textos van en su idioma original. Esta presentación será los próximos 6 y 8 de mayo en el Palacio de Bellas Artes bajo la dirección del maestro Carlos Miguel Prieto, con la Orquesta Sinfónica Nacional, el coro de la ópera, el coro Schola Cantorum de niños.
“Además, este año se celebran los 400 años de William Shakespeare y de Miguel de Cervantes, por lo que con el cuarteto de música antigua Armonicus Cuatro vamos a presentar, el 23 y 24 de abril, El cisne y el hidalgo, una noche de poesía y música renacentista para honrar a los dos poetas. La primera parte son canciones escritas por compositores isabelinos contemporáneos de Shakespeare, entrelazadas por fragmentos de sus obras. En la segunda, dedicada a Cervantes, es música de Juan del Encina, de Tomás Luis de Victoria, el compositor más importante de la corte española en el siglo XVI, acompañada por fragmentos del Quijote”.
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